sábado, 10 de enero de 2009

Odín

Considerado el dios principal, él era el espíritu omnipresente del universo, la personificación del aire, el dios de la sabiduría, la victoria universal, y el líder y protector de príncipes y héroes; era uno de los dioses originales, hijos de Bor, todos los dioses del Asgard descendían de él.



Odín era representado generalmente, como un hombre alto y vigoroso, de alrededor de cincuenta años y o bien con cabellos rizados y oscuros, o bien con una larga barba gris y cabeza calva.




Tenía tres esposas, su primera esposa se llamaba Jörd, con la que engendró a Thor, su hijo más poderoso; Frigg era la segunda, su favorita, sólo a ella le permitía sentarse en el Hlidskialf; la trecera esposa era Rindr, con quien tuvo a su hijo Vali, el cual sobreviviría al ragnarok. Odín solía sentarse a observar los nueve mundos desde Hlidskialf, con la lanza Gungnir en la meno derecha. Poseía Odín además lo que él consideraba la extensión de sus ojos y oídos: dos cuervos llamados Hugin (pensamiento), y Munin (memoria); ellos se posaban sobre sus hombros cuando él se sentaba sobre su trono y les enviaba al ancho mundo cada mañana, esperando ansiosamente su regreso al anochecer, momento en el que ellos le susurraban al oído las noticias de cuanto habían visto y escuchado. De esta manera, se encontraba bien informado sobre todo lo que acontecía en la Tierra.




A sus pies se acurrucaban dos lobos o sabuesos de caza. Que poseían el espíritu cazador innato de su amo, eran alimentados con la carne que se suponia era para Odín, ya que este solo se alimentaba de aguamiel, siempre alimentaba a estos animales con sus propias manos. Sus nombres eran Geri y Freki, animales sagrados para él y considerados de buen agüero cuando se cruzaban en el camino. Cuando se sentaba ceremoniosamente sobre su trono, Odín descansaba sus pies sobre un banquillo de oro, obra de los dioses, cuyo mobiliario entero y utensilios estaban siempre hechos de tal metal precioso o de plata.




En su mano, Odín portaba generalmente la infalible lanza Gungnir, la cual era tan sagrada que un juramento realizado sobre su punta nunca podría ser roto y en su dedo o brazo llevaba el maravilloso anillo Draupnir, el emblema de la fertilidad, cuya belleza no tenía comparación. Cuando se sentaba sobre su trono, o se encontraba pertrechado para la batalla, en cuyo caso descendía hasta la Tierra para participar en ella, Odín llevaba su casco de águila. Sin embargo, cuando deambulaba tranquilamente sobre la tierra con apariencia humana, para ver lo que hacían los hombres, se ponía generalmente un sombrero de ala ancha, con el cual tapaba su frente para ocultar el hecho de que sólo tenía un ojo, ya que el otro lo tuvo que dio como pago a Mimir.




Una vez creado el mundo, Odín hizo una visita a Mimir (memoria), el guardián del pozo de todo ingenio y sabiduría, en cuyas profundidades se reflejaba claramente incluso el futuro. Odín se acerco a Mimir y le pidió un trago de esa agua, ya que para ser el rey de los dioses necesitaba la sabiduría que proporcionaba el agua del pozo. Pero el viejo, que conocía bien el valor de un favor tal, rehusó concederlo, a menos que Odín consintiera en darle uno de sus ojos a cambio; lo tiró al pozo, donde se convirtió en un objeto pálido y a la vez brillante, así pues, el ojo del pozo simbolizó la Luna y el que le quedaba en el Sol. Bebiendo abundantemente de las aguas, Odín se hizo con el conocimiento que ansiaba, sin lamentar jamás el sacrificio que había hecho, pero en memoria de aquel día al regresar le arranco una rama a Yggdrasil y se hizo su lanza, Gungnir.




Y al cabo del tiempo supo el precio que había de pagar por poseer la sabiduría, ya que podía ver con total claridad el Ragnarok y su desenlace final, con esto su rostro siempre alegre cambio a una cara que destellaba tristeza. Esta era la razón de que Odín solo bebía aguamiel y no comía nunca, debido a se necesidad de un gran consuelo, su dieta estricta de bebidas alcohólicas. Odín residía en el Valhala (morada de los caídos) este palacio tenía quinientas cuarenta puertas, lo suficientemente anchas como para permitir el paso de ochocientos guerreros de frente, y sobre la entrada principal se encontraba una cabeza de jabalí y un águila, cuya penetrante mirada llegaba hasta los rincones más lejanos del mundo. Las murallas de esta formidable construcción estaban confeccionadas de relucientes lanzas, tan bien pulidas que iluminaban todo el lugar. El techo era de escudos dorados y los asientos estaban decorados con finas armaduras, el regalo del dios a sus invitados. Largas mesas proporcionaban amplio espacio para los Einheriar, guerreros caídos en batalla, los cuales eran especialmente favorecidos por Odín.




También se le atribuye a Odín la invención de las runas, que fueron el primer alfabeto que utilizaron las naciones nórdicas, cuyos caracteres, que significaban misterio, fueron al principio utilizados para la adivinación y conjuros poderosos, aunque posteriormente sirvieron para hacer inscripciones. Ya que la sabiduría podía ser obtenida sólo a costa de sacrificio, el mismo Odín relata que estuvo suspendido nueve días y noches del árbol sagrado Yggdrasil, contemplando las inconmensurables profundidades de Niflheimr, sumergido en profundos pensamientos, llegando a herirse a sí mismo con su lanza, antes de adquirir el conocimiento que deseaba.

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